Una imagen artística del virus causante de la enfermedad del Ébola
Esta semana he dedicado mucho tiempo en mis clases a hablar sobre el caso de contagio por el virus del Ébola de una auxiliar de clínica del Hospital Carlos III de Madrid.
No recuerdo en todos mis años de profesor tal grado de interés por un tema de actualidad científica.
Las preguntas de mis alumnos, desde 2º de ESO a bachillerato, son un reflejo de lo que la población general puede pensar sobre esta terrible enfermedad infecciosa, y se mueven desde las clásicas explicaciones conspirativas: “un virus fabricado por los americanos para ser usado como arma”, hasta la angustia de la alumna que me pregunta sobre si se puede contagiar en una piscina.
Muy posiblemente esto sea un síntoma más del nivel de desinformación y la alarma que han conseguido las autoridades sanitarias.
La única forma de controlar el miedo es conociendo a lo que nos enfrentamos, pero por desgracia la sociedad de la información en la que vivimos (Twiter, Facebook, tertulias televisivas…) no es garantía de calidad y lo mejor es acudir a fuentes fiables.
Os dejo este enlace a la información sobre el tema de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Desde que el descubrimiento de los antibióticos y las vacunas nos permitió controlar enfermedades que durante siglos mataban a poblaciones enteras, la humanidad se ha vuelto un poco arrogante. Debemos acostumbrarnos a que, de vez en cuando, aparezca una nueva enfermedad infecciosa.
Por mi parte creo que aunque nos enfrentamos a un problema muy serio esto no va a cambiar nuestra vida, como tampoco lo hicieron las llamadas “vacas locas”, el sida, o la gripe aviar.
No recuerdo en todos mis años de profesor tal grado de interés por un tema de actualidad científica.
Las preguntas de mis alumnos, desde 2º de ESO a bachillerato, son un reflejo de lo que la población general puede pensar sobre esta terrible enfermedad infecciosa, y se mueven desde las clásicas explicaciones conspirativas: “un virus fabricado por los americanos para ser usado como arma”, hasta la angustia de la alumna que me pregunta sobre si se puede contagiar en una piscina.
Muy posiblemente esto sea un síntoma más del nivel de desinformación y la alarma que han conseguido las autoridades sanitarias.
La única forma de controlar el miedo es conociendo a lo que nos enfrentamos, pero por desgracia la sociedad de la información en la que vivimos (Twiter, Facebook, tertulias televisivas…) no es garantía de calidad y lo mejor es acudir a fuentes fiables.
Os dejo este enlace a la información sobre el tema de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Desde que el descubrimiento de los antibióticos y las vacunas nos permitió controlar enfermedades que durante siglos mataban a poblaciones enteras, la humanidad se ha vuelto un poco arrogante. Debemos acostumbrarnos a que, de vez en cuando, aparezca una nueva enfermedad infecciosa.
Por mi parte creo que aunque nos enfrentamos a un problema muy serio esto no va a cambiar nuestra vida, como tampoco lo hicieron las llamadas “vacas locas”, el sida, o la gripe aviar.